- Mein Sohn ... werden Sie zu mir versprechen, dass Sie jemals nicht herabsehen werden? Werden Sie es zu mir, Liebling versprechen? Ihre müde Stimme wisperte.
- Ja, liebe Mutter.
Das Kind schloß das Augen überwältigt in Tränen mit seinen Händen. Er fühlte jede dieser Tränen. Einige Tränen, die jede Pore seiner Haut verbrannten.

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Venía un día como otro cualquiera, en el que parecía que las nubes podían alcanzarse con las manos. Durante ese día, la mujer estaba débil, el cabello blanco cubría su rostro enmarcado por las arrugas. Su hijo se encontraba arrodillado a su lado.
-Hijo mío, ¿me prometerás que nunca mirarás abajo? ¿me lo prometerás?- Susurraba su voz cansada.
- Si, querida madre.
El niño cerró esos ojos llenos de lágrimas con sus manos, él sentía cada una de esas lágrimas. Unas lágrimas que quemaban cada poro de su piel.
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