martes, 11 de septiembre de 2012

Corazón de hielo

Varias veces me he despertado, sobresaltada y bañada en sudor, por la misma pesadilla, esa oscura y al mismo tiempo rara pesadilla, que todas las noches, cuando duermo, asalta mi mente, y al despertar, ya no la recuerdo.

Vuelvo a cerrar los ojos: me limito a palpar y tantear con mis propias manos las frías sábanas. Quiero cerciorarme de que cuento con su presencia, y que esto se haya quedado simplemente en eso, en una pesadilla como tantas.




Abro los ojos, dispuesta a comenzar un nuevo día: todo lo que hay a mi alrededor, mi ropa, cuadros, muebles...todo se encuentra tal y como lo dejé el día anterior, nada había cambiado. Como todas las mañanas, miro de corrido por la ventana, pero un pequeño detalle hizo que me quedase más tiempo del normal mirando. Entonces lo vi: tuve el presentimiento de que él formaba parte de esa pesadilla que todas las noches me desvelaba; ese hombre de apariencia frágil, de mirada gris, aparentemente perdida pero siempre fija en un mismo punto. Traté de gritar, pero era incapaz de escuchar mi propia voz. Quiero huir, quiero correr, es imposible. Es como si una fuerza proveniente de aquel ser se hubiera apoderado de mí, para no moverme de aquel dormitorio de color blanco inmaculado. Un color blanco que antes me encantaba, pero ahora se ha convertido en mi enemigo, me está cegando. Hombre de ojos y corazón de témpano, ¿Eres dueño de todas mis pesadillas?

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